La Biblia contra el humanismo


Por Josué I. Hernández


El principio básico del humanismo es que el hombre tiene todas las respuestas a las dudad de la vida. Ya que el hombre es el ser inteligente superior, él debe resolver todos los problemas de la vida. Es inútil, dicen los humanistas, buscar un poder superior al hombre, alguien más grande que nosotros. Para el humanismo, Dios no existe, y si existe algún Dios, éste queda bajo el deseo y voluntad del hombre.

El humanismo, como filosofía de vida, se enseña en las escuelas y centros educacionales, en un grado u otro. Es una filosofía naturalista que se promueve con entusiasmo en los medios de comunicación y entretenimiento, y se encuentra expresado en algunas leyes de nuestra nación. Sin embargo, el humanismo es un fracaso total. En lugar de elevar al hombre, lo denigra. En lugar de resolver problemas, los multiplica de manera exponencial.

Afortunadamente, tenemos la palabra de Dios para aclarar nuestras mentes y darnos instrucciones específicas. Cuando se examina el humanismo a la luz de la Biblia, el humanismo queda desenmascarado en todos sus errores y falencias. El humanismo no nos motiva a mirar a los cielos, sino a la tierra. La Biblia, por el contrario, nos da esperanza y consuelo.

“Dice el necio en su corazón: No hay Dios” (Sal. 14:1). En otras palabras, quien se cree tan sabio para negar la existencia de Dios, en realidad carece de un aspecto importante del sentido común. La evidencia de la existencia de Dios es demasiado abrumadora para desecharla (cf. Rom. 1:20-23).

Aunque el humanista afirma tener una ética superior, está muy lejos de lo que Dios nos enseña en su palabra. El humanista cree que lo valores morales derivan su origen de la experiencia humana, y por lo tanto, la ética es siempre autónoma y circunstancial, y no está sujeta una regla objetiva y vinculante dada por Dios. Entonces, Hitler tenía razón al exterminar a los judíos y luchar por una “raza superior”. Así también, los terroristas tienen un argumento válido cuando matan hombres, mujeres y niños.

En contraste con esta filosofía corrupta, la Biblia dice: “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte” (Prov. 14:12). Los valores morales no son establecidos por el hombre, sino por Dios. Los valores morales son objetivos y vinculantes, y no están subordinados bajo algún proceso evolutivo mudándose según los caprichos del hombre, ya sea de una generación a otra, o de una situación a otra.

Los humanistas no ven nada malo en la promiscuidad sexual, y procuran un paraíso idílico donde la fornicación ya no produzca embarazos-no-deseados o enfermedades venéreas. No obstante, los embarazos no deseados, y las enfermedades venéreas, aumentan. Es tan obvio todo esto, que no requiere mayor argumentación.

Los humanistas no tienen problema alguno con redefinir la sexualidad humana y lo que deba ser, o no, el matrimonio. Para el humanista, cada cual tiene la facultad de expresarse sexualmente según estime conveniente y considere apropiado. Esta es la base de la agenda de varios grupos humanistas en el mundo, además de luchar por disminuir la edad legal para el “sexo consentido”.

¿Qué sucederá en nuestro país? ¿Sucumbirá nuestra nación ante la fuerza del humanismo? ¿Podremos los verdaderos cristianos expresar nuestra opinión, sin ser reprimidos o amenazados?

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