Por Josué I. Hernández
La oración ha de ser habitual en el cristiano. La oración
es eficaz, imprescindible, y siempre necesaria, ya sea en nuestra aflicción en
la lucha contra el mal, o en la aflicción de otro santo cuando oramos por él,
ya sea por su mejoría física o por su restauración a la comunión con Dios
(Stgo. 5:13-16).
Cristo oró por Pedro, para que su fe no faltara (Luc.
22:31-32). Cristo ora por nosotros delante del Padre celestial allá en los
cielos (Heb. 7:25). Y todo esto lo sabemos. Sin embargo, ¿qué de orar por aquellos
que no han obedecido el evangelio? ¿Qué dice la Biblia sobre orar por aquellos
que no se han vuelto de las tinieblas a la luz?
Algunos hermanos tienen una posición cerrada y definitiva
al respecto, y para ellos es malo orar por amigos inconversos, y sólo oran por
sí mismos y por hermanos en Cristo.
Considérense las siguientes dos preguntas, y las
respuestas que ofrecemos, a la luz de las sagradas Escrituras.
¿Debemos orar por todas las personas,
incluidos los inconversos?
Sí, debemos orar por todas las personas, incluidos los
inconversos. Pablo escribió por el Espíritu: "Exhorto ante
todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias,
por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia,
para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque
esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que
todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad" (1
Tim. 2:1-4).
Pero, ¿podríamos orar para que algún
inconverso tenga salud, y pueda estar aliviado de alguna enfermedad?
Sí, podemos orar por el bienestar físico de algún
inconverso para que Dios le restaure su salud (Sant. 1:17). Recordemos, es
pecado rehúsar orar por otros (cf. 1 Sam. 12:23).
Debemos seguir el ejemplo apostólico (1 Cor. 11:1; Fil.
4:9). El apóstol Pablo oró por el padre de Publio (Hech.28:8), y nosotros los
cristianos debemos orar por los enfermos y visitarles en su enfermedad,
llevándoles ayuda y consuelo, y sobre todo la palabra del evangelio.
La oración intercesora hace una gran
diferencia, y tiene un potente efecto (Stgo. 5:16), por lo tanto es una gran
obra (Col. 4:12). Algunas bendiciones Dios no serán concedidas a menos que
intercedamos por otros en el ferviente ejercicio de la fe y el amor (Ex
32:10-14). Y la Biblia indica que debemos orar por todos los hombres, y no
solamente por hermanos en Cristo.