Por Josué I. Hernández
La Biblia
dice: “Como fuente turbia y manantial
corrompido, Es el justo que cae delante del impío” (Prov. 25:26). Este
proverbio revela lo que es aquel que no hace nada bueno en un mundo malvado,
una fuente turbia de agua lodosa. En contraste, “Manantial de vida es la boca del justo” (Prov. 10:11).
En un mundo
malo, el hombre justo actúa contra la corriente, y puede fallar por varias
razones. Veamos algunas razones comunes:
Temer las consecuencias por seguir la
verdad. Este miedo es una trampa (Prov. 29:25), donde la persona queda
esclavizada a los caprichos de aquellos que aborrecen a Dios y a su verdad (cf.
Gal. 1:10). Por contraste, aquel que sigue la verdad a pesar de las
consecuencias, es libre, porque teme a Dios y no a la mayoría. Por lo tanto, es
libre para actuar de una manera que agrada a Dios y satisface su propia alma
(Heb. 11:6).
Procurar justificar a los que están en
pecado por sentimientos y favoritismos. Al hacer esto él se convierte en
una abominación a los ojos de Dios (Prov. 17:15). En contraste, el que sigue la
verdad, y procura agradar a Dios, actuará por los intereses de Dios y para la
salvación de las almas (Is. 5:20; Ef. 4:15).
Ser débil y ceder al pecado, volviendo al
cieno de su vida mundana anterior (2 Ped. 2:22). Lo cual dará a conocer que
no fue empeñoso, y no usó de diligencia (Prov. 24:10). El que actúa así
necesita renunciar a sus deseos e inclinaciones, para ser realmente dueño de sí
mismo (Luc. 9:24). Paradójicamente, el hombre que es dueño de sí mismo es un
esclavo de Jesucristo (Gal. 2:20; 6:14), y se destacará por ser un ejemplo de
esfuerzo diligente para los demás (Rom. 12:11).
Ceder por cansancio. Lo cual muchos
hacen, sin considerar seriamente que al bajar los brazos renuncian también a su
recompensa celestial (Gal. 6:9; Heb. 10:36). Estos hombres deben recordar que
el trabajo en el Señor no es en vano (1 Cor. 15:58). Además, al considerar el
ejemplo de Cristo, uno puede cobrar aliento y fuerza para seguir adelante (Heb.
12:1-3).
Jesús dijo a
sus discípulos: “Vosotros sois la sal de
la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más
para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres” (Mat.
5:13).
El verdadero
discípulo de Cristo será un ejemplo conservador en el mundo. Sin embargo, si
pierde su influencia al conformarse al mundo, se contaminará a sí mismo, y será
uno que “No sirve para nada”, no podrá servir a Dios, y perderá su alma.
Entonces, ¿Sigue
usted fiel a Dios a pesar de la corriente, o es usted una fuente turbia, de
agua lodosa?